«No fue ni será un paseo…», un artigo do poeta Antón Zapata García en defensa da II República

Zapatabio
A obra do poeta Antón Zapata García (Laxe, 1886 – Bos Aires, 1953) está inzada de versos e referencias á época republicana que defendeu de xeito insubornable desde a emigración na Arxentina, mesmo facendo parte pro-activa de entidades de apoio aos exiliados.
O texto que reproduzo, intitulado «No fue ni será un paseo…», publicado en Noticiero Español (Bos Aires, nº 378, 14 de abril de 1938), xa o exhumei no Anexo que recollía a obra en prosa, boa parte dela escrita en castelán, que incluín no traballo académico da miña Tese de Doutoramento de 1600 páxinas, dirixida polo profesor Xesús Alonso Montero, cuxo título foi A poesía galega de Antón Zapata García. Edición e estudo, pódese ler de balde no repositorio dixital poesiagalega.org, proxecto dirixido polo poeta e profesor Arturo Casas á fronte seu equipo do GAAP (Grupo Alea de Análise Poética). E tamén estaba dispoñibilizado para quen tiver interese pola propia USC, aínda que nun espazo escasamente divulgado que se pode consultar nesta ligazón, e aínda tamén en googlebooks, porén neste caso con moitas páxinas en branco como adoita suceder nese buscador.
Deixando á parte a análise da súa obra, as páxinas sobre a súa vida e sobre o seu compromiso moi activo coa causa republicana deron lugar ao volume intitulado Antón Zapata García. Biografía dun poeta emigrado ao servizo da II República (Laiovento, 2009).
NO FUE NI SERÁ UN PASEO…
Palabras más o menos, las del epígrafe —con ellas se expresó (hará, dentro de poco, dos años), el hoy ex ministro de Guerra y Marina, Indalecio Prieto Tuero,— son las que éste emitiera en la oportunidad del negro y nefando levantamiento de los militares, refiriéndose con ello a que les había fracasado, mitad por mitad, todo el fruto del estrujamiento del cerebelo puesto al servicio de lo que hemos dado en llamar “Cuádriga Retardataria” esto es: Monarquía, Clero, Aristocracia y Caciquismo, sus amos…
A poco que se piense en la escueta acepción contenida en el breve decir del aguerrido luchador socialista ante el insólito y doloroso momento del feroz cuartelazo aludido, surge, con plena virtualidad corroboradora, como cosa axiomática, el convencimiento de que aquél ha tenido la clara visión de que las consecuencias de la atroz felonía no podrían tener paralelo con otras ocurridas anteriormente, cuando las mal llamadas Junta Militares (Aquelarres Tenebrosos) no pasaban más allá de unos ruiditos más o menos reideros; aunque, a veces, culminaron con algo como el inicuo fusilamiento de algunas vítimas propiciatorias, como aquellas de Vera del Bidasoa, horrendo crimen — del Abstemio o Conquistador Jerezano — al decir de Bogaría—, Miguel Primo de Rivera y Orbaneja, de triste recordación.
Efectivamente: Nada ha habido, hasta ahora, de paseo, n i de excursión, ni de jiras a porrillo, acostumbradas por los señores que el gran Basilio Alvarez dio en la reiteración llamarlos Castrenses; jiras y demás monsergas que se arreglaban al compás de las matanzas de unas cuantas indefensas y tiernas palomas o cervatos, en cinegéticos menesteres, ya con el canario Maura, ya con el rengo don Alvaro de Figueroa (rengo del cual expresó el traidorzuelo Baroja que, además, de la pierna ç, tenía el cerebro en igual forma).
Se han sucedido, desde entonces, acontecimientos de heroismo tales, de magnitud tan inacostumbrada en España, —en el neto sentido de defender la libertad a pecho descubierto y a razón transparente a todas las miradas (de los traidores inclusive)—, que conceptuamos innecesario enumerarlos. Es pleno nuestro convencimiento que pasarán, con la igual fuerza imperecedera y trágica que los ha gestado y llevado a vías de hecho, al acervo de la Historia del Nuevo Derecho Humano, vale decir: otro derecho muy diferenciado del que la hoy retrógrada Francia (sus gobernantes, se comprende) dista muy remotamente. ¡A tánto ha llegado su abyección!…
Bien es cierto que en los primeros días, meses y, también, años, posteriores al advenimiento del grandioso e incruento 14 de Abril de 1931, no existió, como se debiera, en los nuevos repúblicos, la amplia generosidad hacia la diferenciación ibérica, ni, tampoco, el cuidado necesario que requiere la salud pública de toda nación siglos y siglos en poder de monarcas y demás séquitos retardatarios; ni, asimismo, el respeto, el inexcusable respeto que se debía improrrogablemente, al gran Maestro de maestros, al venerable y vidente don Francisco Pi Margall: Hacer una República Federal, lisa y llanamente dicho. Pero, ahora, no es asunto éste que permita más que la digresión emitida; y que la hacemos presente, porque sangramos, debido a las dejadeces y cobardías de quienes debieron estar exentos de las dos negativas cualidades, para la consiguiente evitación de los más que luctuosos hechos del Gólgota Español, del que somos, aunque en el voluntario destierro, asombrados y adoloridos hijos, anhelantes de que se conserve la integridad territorial patria vituperablemente entregada en parte a dos paranoicos irrefrenables…
Poco a poco, los principales traidores del igual cuartelazo que se supusiron, gratuita y ligeramente, iba a ser una “vuelta por la manzana”, han ido desapareciendo: unos, trágicamente; otros, porque los compinches propios los relegan al percebismo; y, los más, ubicándose a la par de las fronteras fáciles de transponer, en un momento dado, en apremio guerrero, en tanto que España se desangra ante la pétrea impasibilidad de quienes se dijeron albaceas y guardadores de la sencilla y noble democracia, no siéndolo: Francia e Inglaterra.
Muchos —quizá la mayoría de los traidores integrales—, en la fecha, ya estarán arrepentidos de su felonía; pero, el explicable masoquismo de los que han hecho mucho mal y, por lo mismo, lo agrandan, aunque sufriendo, los compete a incidir más abiertamente en el error, hasta la hez, como los natos asesinos: ¡Suicidándose! ¡O haciéndose matar!…
—“No fue ni será un paseo”— frase que hacemos nuestra —, día a día, toma relieves de ingencia y profundidad: Todos los trágicos tintes se acentúan en ella con contornos semejantes a un inenarrable Apocalipsis; pero, a pesar de todo y contra todo lo que no sea libertad democrática integral patria, álzase hoy un pueblo, en su séptimo aniversario republicano, que supera —también al servicio de la libertad universal—, a las gestas de sus gloriosos antepasados, que, en Numancia, hicieron temblar de horror a la cobarde Roma y a sus iguales condotieros!…
La historia se repite pero ¡“No ha sido ni será un paseo”, como supusieron los Nuevos Cipiones!
Por ANTONIO ZAPATA GARCÍA
Noticiero Español, Bos Aires, nº 378, 14 de abril de 1938.

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