Tomás Segovia, outra voz que se apaga


(No VI Festival Internacional de Poesía Ciudad de Granada)
Outra voz que se apaga. Finou en México D. F., onde moraba, Tomás Segovia, o poeta de orixe española e de exilio republicano. Estaba tamén nas miñas lecturas (a maioría dos seus libros publicounos no estado español Pre-Textos), por dúas razóns fundamentais, a primeira ten a ver co compromiso republicano que o acompañou até a súa morte, e a segunda é máis literaria, xa que é un excelente sonetista (estrofa que a min me aprace moito), sen desmerecento para as outras formas estróficas ou versais que cultivou.
O poeta mantiña aínda aberta a súa bitácora El blog de Tomás.
Velaquí a nova do seu óbito en tres dos principais xornais ou semanarios mexicanos:
El Universal
Milenio
Vanguardia
E velaquí tres dos seus Sonetos votivos (2008)
I
Si te busco y te sueño y te persigo,
y deseo tu cuerpo de tal suerte
que tan sólo aborrezco ya la muerte
porque no me podré acostar contigo;
si tantos sueños lúbricos abrigo;
si ardiente, y sin pudor, y en celo, y fuerte
te quiero ver, dejándome morderte
el pecho, el muslo, el sensitivo ombligo;
si quiero que conmigo, enloquecida,
goces tanto que estés avergonzada,
no es sólo por codicia de tus prendas:
es para que conmigo, en esta vida,
compartas la impureza, y que manchada,
pero conmovedora, al fin me entiendas
II
¿Qué sabes tú, qué sabes tú apartada
injustamente en tu crüel pureza;
tú sin vicio, sin culpa, sin bajeza,
y sólo yo lascivo y sin coartada?
Rompe ya esa inocencia enmascarada,
no dejes que en mí solo el mal escueza;
que responda a la vez de mi flaqueza
y de que tú seas hembra y encarnada;
que tengas tetas para ser mordidas,
lengua que dar y nalgas para asidas
y un sexo que violar entre las piernas.
No hay más minas del Bien que las cavernas
del Mal profundas; y comprende, amada,
que o te acuestas conmigo o no eres nada.
V
Toda una noche para mí tenerte
sumisa a mi violencia y mi ternura;
toda una larga noche sin premura,
sin nada que nos turbe o nos alerte.
Para vencerte y vencerte y vencerte,
y para entrar a saco sin mesura
en los tesoros de tu carne pura,
hasta dejártela feliz e inerte.
Y al fin mirar con límpida mirada
tu cuerpo altivo junto a mí dormido
de grandes rosas malvas florecido,
y tu sonrisa dulce y fatigada,
cuando ya mis caricias no te quemen,
mujer ahíta de placer y semen.

Esta entrada foi publicada en Antoloxías, Historia, Poesía. Garda a ligazón permanente.