Poema (XCIII): «Las ruinas de México (Elegía del retorno)», de José Emilio Pacheco



Esta bitácora xa se reproduciu en dúas ocasións poemas do mexicano José Emilio Pacheco, do que anda polos meus andeis ateigados de libros unha cumprida antoloxía que publicou Tusquets baixo o título Tarde o temprano (Poemas 1958-2009). A primeira delas (xaneiro de 2012) recollía «Indeseable», un inesquecible poema da súa autoría no que a voz poética interioriza a voz dun emigrante. E a segunda anotación (xaneiro de 2014), coincidindo co seu pasamento, recollía outro poema moi querido para min «Traduttore, traditore».
Desta volta, e desde a revista literaria dixital arxentina La Poesía Alcanza, reproduzo os versos de «Las ruinas de México (Elegía del retorno)», que José Emilio Pacheco escribiu ao fío do terremoto de 1985 e que agora veñen a estar de triste actualidade. Velaquí:
«Las ruinas de México
(Elegía del retorno)»,
José Emilio Pacheco
1
Absurda es la materia que se desploma,
la penetrada de vacío, la hueca.
No: la materia no se destruye,
la forma que le damos se pulveriza,
nuestras obras se hacen añicos.
2
La tierra gira sostenida en el fuego.
Duerme en un polvorín.
Trae en su interior una hoguera,
un infierno sólido
que de repente se convierte en abismo.
3
La piedra de lo profundo late en su sima.
Al despetrificarse rompe su pacto
con la inmovilidad y se transforma
en el ariete de la muerte.
4
De adentro viene el golpe,
la cabalgata sombría,
la estampida de lo invisible, explosión
de lo que suponemos inmóvil
y bulle siempre.
5
Se alza el infierno para hundir la tierra.
El Vesubio estalla por dentro.
La bomba asciende en vez de caer.
Brota el rayo en un pozo de tinieblas.
6
Sube del fondo el viento de la muerte.
El mundo se estremece en fragor de muerte.
La tierra sale de sus goznes de muerte.
Como secreto humo avanza la muerte.
De su jaula profunda escapa la muerte.
De lo más hondo y turbio surge la muerte.
7
El día se vuelve noche,
polvo es el sol,
el estruendo lo llena todo.
8
Así de pronto lo más firme se quiebra,
se tornan movedizos concreto y hierro,
el asfalto se rasga, se desploman
la vida y la ciudad. Triunfa el planeta
contra el designio de sus invasores.
(Estos poemas de “Las ruinas de México (Elegía del retorno)”, se refieren al terremoto padecido por México en 1985. El autor los inscribe a la memoria de los muertos. Los poemas son del libro Tarde o temprano, Poemas 1958-2009), Colección Nuevos Textos Sagrados, dirigida por Antoni Marí, Tusquets Editores, Ciudad de México, 2010. Esta antología incluye Los elementos de la noche, 1958-1962; El reposo del fuego, 1963-1964; No me preguntes cómo pasa el tiempo, 1964-1968; Irás y no volverás, 1969-1972; Islas a la deriva, 1973-1975; Desde entonces, 1975-1978; Los trabajos del mar, 1979-1983; Miro la tierra, 1984-1986; Ciudad de la memoria, 1986-1989; El silencio de la luna, 1985-1996; La arena errante, 1992-1998; Siglo pasado, desenlace, 1999-2000; Como la lluvia, 2001-2008; y La edad de las tinieblas, 2009. José Emilio Pacheco nació el 30 de junio de 1939 en Ciudad de México, y murió en ese mismo lugar el 26 de enero de 2014. Su relación con la literatura y sus actividades en ella comenzaron en la revista Medio Siglo de la Universidad Nacional Autónoma de México. Posteriormente dirigió colecciones y publicaciones vinculadas con las letras. Se especializó en literatura mexicana del siglo XIX, y estudió al argentino Jorge Luis Borges. Se lo considera uno de los exponentes de la “Generación de los cincuenta”, también llamada “Generación de medio siglo”, junto con Salvador Elizondo, Eduardo Lizalde, Carlos Monsiváis y Sergio Galindo, entre otros escritores. Sus publicaciones de poesía comenzaron en 1963 con Los elementos de la noche. Después de la antología Tarde o temprano, de 2009, se publicaron Como la lluvia y La edad de las tinieblas, en el mismo año, y El espejo de los ecos, en 2012. Fue también novelista, cuentista, ensayista y traductor. Obtuvo gran cantidad de premios, entre ellos el Cervantes, en 2009, el Internacional de Poesía Ciudad de Granada Federico García Lorca, en 2005, el Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda, en 2004, y el Internacional Octavio Paz de Poesía y Ensayo, en 2003).

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