Entre as zocas e os lóstregos, o disco de Nacho Mora en posprodución

(Fotografía de Lestonnac Ibáñez. Premer na imaxe para agrandar o tamaño)
Unha vez rematado e completado, xa está en fase de posprodución o proxecto de crowdfounding ou microfinanciamento colaborativo do novo disco de Nacho Mora (A Coruña, 1975), Entre as zocas e os lóstregos, que incluíu como cartas de presentación o meu poema «Foi nas Illas Lobeiras…» e a interpretación inspirada no poema «Noivado IV» de Álvaro Cunqueiro, aos que se xuntaron textos doutros poetas galegos, clásicos e contemporáneos, como Eduardo Pondal, Ramón Cabanillas, Celso Emilio Ferreiro, Uxío Novoneyra, Ana Romaní, Baldo Ramos ou Estíbaliz Espinosa.
E xa principiaron os concertos, na bitácora de Letra en Obras pódese ler unha anotación que remite para outra da páxina musical desconcierto.com, onde se pode ler unha crónica do primeiro concerto asinada por Rosanna Moreda e con fotografías de Lestonnac Ibáñez. A seguir reproduzo o texto, salientando en negra as referencias ao texto da miña autoría. No remate engado novamente as videocreacións xa presentadas.
Donde: Sala Mardi Gras de A Coruña
Cuando: 11 de abril del 2014
Como: Buena entrada
Fotos: Lestonnac Ibáñez
Noche de poesía en clave musical o como acertadamente titula nuestra redactora, “Nacho Mora y Pablo Seijas: Poetizando el indie”
by Rosanna Moreda
Para aquellas ánimas obcecadas con la poesía, que nos empeñamos en colorear nuestro minuto a minuto con ella aunque a veces parezca una tarea descabellada; saber que existen otras/os que comparten esta pasión; es una grandeza. Lo comentamos escasos meses atrás con Narf, músico que también forma parte de estos cantores que rinden tributo a la dama Numen, pero no en su forma fácil y ligera, sino desde parajes más insólitos, menos investigados. Se trata de un grupo de músicos (no nos arriesguemos todavía a denominar “corriente”) que parecen trasladar gustos muy personales así como pasiones literarias específicas a sus composiciones, y no al revés. A esto se podrá objetar: “Bunbury lo lleva haciendo desde hace años…” y es cierto. Pero en este caso, parece primar la composición musical y la puesta en escena de ese mito tan deglutido del cantante-héroe, dejando de lado el espíritu literario. Es como si en el ego inevitable del que sostiene el micro, se diluyera la esencia de la tinta, que es en principio el origen de la inspiración, y esto no ocurre ni de lejos con los artistas a los que aquí nos referimos.
En el caso de Nacho Mora y su banda, quienes ofrecieron un muy cálido concierto el sábado pasado en la sala Mardi Gras, presentando “Entre Zocas e Lóstregos” (Autoeditado, 2014), en el que pusieron música a una selección exquisita de poemas gallegos; percibimos un esfuerzo y una sensibilidad dignos de destacar por ofrecer una lectura de textos que en ocasiones, no son de fácil divulgación al no tratarse siempre de poetas de renombre. Desde Álvaro Cunqueiro a Ana Romaní, el mérito de este coruñés recae en encontrar la dupla perfecta entre el canto y la letra, y en recopilar piezas de gran intensidad lírica. Que esto se realice desde la mirada musical, podría considerarse como una propuesta hipertextual, otro registro y desglose de la acción poética, y esto es fundamental en tiempos donde las artes se entremezclan con un resultado que no es solo lúdico y enriquecedor, sino fundamentalmente educativo.
En pocas palabras, necesitamos más cantantes que trabajen en proyectos similares, para hacer que la poesía vuelva a apasionar como lo hizo épocas atrás, netamente pre-visuales. Entre las canciones más emotivas del concierto ofrecido, no puede dejar de citarse “Illas Lobeiras”, por lo cautivadora. Hermoso poema de Miro Villar, que nos arrastra hasta la médula de Costa da Morte, a lo más revuelto del burbujeo iluminado y sin aviso, conjuros mediante que se instalarán de pleno en nuestro archivador de melodías escondidas:
E fumos temerosos dun medo que rabuña
interrompendo os beixos coa dúbida do incerto
de coñecer se a lenda puidese ter de certo
que os lobos descenderan como a xente supuña.
Acompañado de tres músicos más, todos gallegos con excepción del extrovertido bajista (catalán), demostraron un manejo de lo acústico muy notorio, así como una coordinación entre ellos muy fluida, que es lo que ocurre cuando se transmite sin intrusiones la obstinación que brota desde adentro. Pero lo más significativo del concierto, además de este lado literario tan fundamental, fue la variedad de estilos propuestos, que pese a oscilar entre un rock-pop-folk, a grandes rasgos, conformaron ritmos diferentes según la canción, en el ejercicio de consolidar el tándem sonido/ poema, respetando de este modo el alma del verso. Y para versos, la singular adaptación de un poema que casi lo abarca todo, al menos todo lo importante, que nos desafía con su extrema vitalidad y no es otro que “O”, así, sin más, de Estíbaliz Espinosa y sus delicadísimas patáforas envueltas en un pop muy blanco, tan sorprendente como el poema mismo:
Comería a túa alma
coma quen come un ovo
dóce
novo
perfecto microcosmos no seu óvalo de nácar.
Luego apareció un retro más puro, memorables años 50 que siempre brotan cuando de cuerdas múltiples y bien nutridas se trata. Oscilando en ocasiones entre escalas de vigor en formato de rock puntualmente pesado o en melodías de cantautor extremadamente suaves, habladas más que cantadas. Muy emotiva también la adaptación de “Árbore da cegueira” y otras composiciones de corte más folclórico. Concluyendo; highly recommended tanto esta propuesta como la del telonero Pablo Seijas, con sus melodías tiernas y también acústicas que tan pronto nos llevan a Latinoamérica como nos levantan el ánimo con ecos de banjos lejanos y Laura Veirs saludándonos desde la otra orilla del desierto. La alusión que el joven cantante hizo al terreno oculto que tenemos en el inconsciente con su tema “Mi desván” del disco “Para brillar” (Autoeditado, 2013), viene muy a cuento con esta pequeña loa a las palabras sin música o con ella, pero siempre presentes.